Jerarquía y volteo

Las ratas son animales que viven en grupos grandes con numerosos individuos, y esto ha forzado que en los clanes de ratas exista una jerarquía, ya se trate de dos o diez ratas. Esta jerarquía tiene una rata dominante por encima de todas las demás, llamada alfa o guía y los varios niveles por debajo de la posición dominante en función de las personalidades o capacidades de las ratas, seguida de la beta, etc, hasta la última en la jerarquía, la más sumisa.

La sociedad de las ratas hace que esta jerarquía no sea algo fijo a lo largo del tiempo o el espacio en un clan establecido, por lo que podemos ver cambios con la edad de las ratas, al introducir una rata nueva o por la pérdida de un miembro del clan, o incluso ver que la rata guía fuera de la jaula es diferente a la guía en su interior. También puede suceder que una rata rete a otra de grado superior en cualquier momento, por su posición privilegiada y surgir peleas. Estas peleas son en ocasiones muy escandalosas y sonoras, pero en un clan establecido no deberían suponer nunca heridas de gravedad más allá de los posibles arañazos ocurridos durante los revolcones y la persecución entre sí. Estas pequeñas «luchas de poder» suceden tanto en machos como en hembras, pues ambos sexos se rigen por este principio de jerarquía.

Durante estos encuentros, muchas veces podremos ver cómo se ponen de pie sobre sus patas traseras enfrentadas, tocándose con las patas delanteras, como boxeadores, lo que se conoce como boxing. Las ratas enfrentadas se mantendrán así hasta que uno se enfrente al otro de nuevo y la lucha continúe, o uno se eche atrás y escape. Cuando uno de ellos decida retirarse del enfrentamiento el otro intentará darle caza, hasta que la rata que huyó en primer lugar se marcha de la zona de pelea.

Es habitual que sean las ratas más fuertes y grandes las determinadas como guías, pero a medida que el tiempo pasa, pueden perder esta condición en manos de otras ratas que hayan crecido y ahora sean las más poderosas físicamente. La mayor parte de las veces, la rata de mayor edad pondrá al menor en su lugar con poco esfuerzo, pero en ocasiones las peleas pueden alargarse en el tiempo, dependiendo del carácter de las ratas que participen en los enfrentamientos, o si las ratas de mayor edad comienzan a ser ancianas.

Este tipo de reajustes de jerarquía también suelen aparecer cuando, como decíamos, se añade una nueva rata al clan. Es una parte natural de la vida de las ratas, y a menos que las ratas se estén hiriendo de gravedad, lo mejor es dejarles resolver sus diferencias. Una vez que uno se retire, la paz será restablecida, y si intentamos interceder durante estas disputas, nunca llegarán a un acuerdo y alargaremos esta situación innecesariamente. Si sabemos que nuestro clan tiene ciertas dificultades a la hora de aceptar nuevos miembros, es recomendable contactar con un especialista que pueda valorar si es mejor no añadir nuevas ratas al mismo, para garantizar un clan estable libre de peleas excesivamente violentas.

Esto es porque durante estos procesos, es normal que haya algunas heridas superficiales a causa de las mordeduras, en poco tiempo se habrán cerrado y formarán una costra, pero si las heridas son graves, debemos retroceder en los pasos de la presentación, así como cubrir las necesidades de atención veterinaria pertinentes. Siempre que se conserve su jaula en un buen estado higiénico, no hay necesidad de tratar las heridas por mordedura ni arañazos si éstas no son más que simples arañazos. Si observamos procesos muy violentos debemos consultar con un especialista que nos ayude a valorarlo.

De esta manera, debemos considerarnos parte de este clan y que nuestras ratas lo consideren también. Para ello, la mejor manera es la de comunicarnos del modo en que lo hacen ellas y debemos interactuar con ellas introduciendo una rutina de volteos con cada uno de los miembros de nuestro grupo, independientemente de su edad, posición jerárquica o resistencia a los mismos. De este modo, volteándolas sobre su espalda y manteniéndolas en esta posición aun cuando intenten zafarse de la sumisión, conseguiremos establecernos como guía en nuestro clan, ayudando a la confianza de los animales en nosotros, así como permitirles relajarse al no ser ellos quienes deban ya, psicológicamente, proporcionar seguridad y bienestar al resto del clan.

Para garantizar un volteo efectivo, no debemos ceder si la rata se revuelve, pues eso nos haría bajar escalafones en la jerarquía y podría interpretarlo como una muestra de debilidad y una oportinidad para ascender en nuestro lugar, acarreando un comportamiento difícil de neutralizar después. Podemos protegernos las manos con guantes gruesos en el caso de ratas no socializadas o violentas, para poco a poco ir retirándolos a medida que el animal se acostumbre a esta manipulación. Una buena manera de evitar una huida es colocar una mano sobre las rodillas, que bloquee el posible pataleo o balanceo de cadera que les ayuda a impulsarse, y otra debajo de sus hombros ligeramente subidos, para evitar que su boca llegue con facilidad a nuestros dedos, en caso de ser necesario.

A medida que el animal se relaje, podremos aliviar la tensión y liberarlo, no sin antes tener claro que todas sus indicaciones corporales son de calma: ojos abiertos y no entrecerrados, orejas levantadas y no atrás, en silencio y sin revolverse. Con constancia en esta rutina, es muy probable que llegados a cierto punto, se someta por sí mismo, asumiendo nuestro papel de guía, lo que nos facilitará la tarea de manipulación de las ratas, tanto en el día a día como en el caso de precisar atención veterinaria o medicación llegado el momento, y además disminuirá la agresividad por dominancia entre los miembros de clanes ya establecidos y hacia las personas.