Todos los roedores pueden padecer una mala implantación o un crecimiento excesivo de los dientes, originando dificultades para el cierre de la boca. En el caso de las ratas, los incisivos son los más afectados muy sobradamente. En la patogenia de esta enfermedad intervienen factores genéticos, nutricionales o traumáticos, como fracturas dentales o mandibulares/maxilares, pérdida o desituación de piezas dentarias, que provocan maloclusión y desgaste inadecuado de los dientes.
La maloclusión puede acompañarse de anorexia, ptialismo y adelgazamiento; en ocasiones se pueden llegar a apreciar lesiones en la lengua, los labios o el paladar. Se requiere una cuidadosa exploración de la cavidad oral, por lo que puede ser necesario anestesiar al animal. La realización de un estudio radiológico puede ayudar, además, a identificar la posible presencia de un absceso alveolo-dental, que puede complicar la maloclusión o incluso ser la causa de la mala implantación. En estos casos de infección de las raíces dentarias no es infrecuente observar conjuntivitis o rinitis, si el absceso afecta al maxilar.
El crecimiento excesivo de los dientes exige el recorte de los mismos, con una fresa dental o una lima apropiada. Para combatir el posible sangrado gingival se recomienda administrar vitamina K (5mg/kg). Si existiese absceso, éste deberá ser limpiado completamente (dejando un drenaje), extrayendo el diente afectado y su opuesto e instaurando una antibioterapia de cobertura durante cinco a siete días. Todo este tratamiento debe ser realizado por un veterinario especialista o bajo su supervisión.
Al animal afectado se le debe proporcionar con regularidad elementos duros para roer, al igual que a los individuos sanos.