No son pocos los avisos que nos llegan cada día acerca de ratas que se encuentran en la vía pública en estado de abandono, pero también muchos de estos avisos acaban resultando ser para ratas silvestres.
Si la rata que hemos encontrado es una rata silvestre, no debemos molestarla ni entorpecerla, de no estar claramente enferma o herida. Podremos saber si esto es así porque no reacciona, no nos rehúye o podemos ver claramente si padece de algún daño físico.
Si así fuera, con ayuda de unos guantes gruesos la colocaremos en un transportín o jaula y lo cubriremos con una tela, para mantener al animal lo más tranquilo posible. Así, acudiremos al veterinario, ya que es el único especialista que nos puede ayudar a sanar al animal. Mientras éste esté con nosotros, debe permanecer absolutamente aislado de otros animales realizando una cuarentena. También es importante que interactuemos lo mínimo posible con la rata y no la sometamos a olores o ruidos cotidianos en la medida de lo posible, para minimizar la impronta que podamos dejar en ella, especialmente si se trata de un animal joven.
Una vez recuperada, el animal no debe permanecer en cautividad en modo alguno, sino que debemos dejarla nuevamente en el lugar en el que la recogimos, por ser éstala zona en la que vive su clan y donde la rata se siente segura y protegida.
Si el animal que hemos encontrado es una cría o lactante, no debemos manipularla en absoluto, pues la madre andará cerca y oculta vigilando a sus crías hasta que nos vayamos. Si por la seguridad de los animales debemos apartarlos de donde se encuentren (lluvias, asfalto, temperaturas extremas…) debemos colocarlos en el lugar más cercano protegido que hubiera, pero no debemos, bajo ningún concepto, recoger estas crías y llevárnoslas a casa.
Si las crías están vivas significa que su madre ha estado con ellas unas tres o cuatro horas previas a nuestra llegada, y que muy probablemente haya salido a buscar alimento o esté desplazando a su camada de lugar, una por una, haciendo recorridos intermedios. Por ello es muy frecuente que encontremos una o dos crías solitarias, pero para nada significa que estén abandonadas o que su vida peligre. Para asegurarnos de que la madre vuelve a por ellas debemos irnos del lugar durante una hora o dos para luego volver a comprobarlo. Si nos quedamos en las inmediaciones, su madre no volverá y es entonces cuando la vida de la cría peligra verdaderamente.
Solamente si pasadas dos horas la cría sigue en el mismo lugar donde la encontramos podremos recogerla y acudir a un veterinario siguiendo los mismos pasos que seguiríamos con una rata adulta y las pautas de lactancia artificial.
No podemos olvidar que recoger a un animal silvestre puede no solamente suponer un nivel tan elevado de estrés para el mismo que puede producir la muerte, sino que además, en caso de animales jóvenes, pueden quedar improntados y no poder ser nunca liberados al medio nuevamente, pero tampoco capaces de vivir en cautividad, habiendo condenado a estas ratas a una vida de estrés y angustia constantes.