El gusto

Por su sentido extraordinario del gusto, para las ratas no es sencillo aceptar un nuevo alimento como apto para ellas, sino que realizan un exhaustivo control de calidad para evitar intoxicaciones y envenenamientos. Para llevar a cabo esta  alimentación sin ningún riesgo, las ratas tienen que ser capaces de recordar el olor y sabor de cada alimento y cómo se han sentido tras ingerirlo.

Si por cualquier circunstancia el alimento hubiera generado malestar, la rata lo recordará y no volverá a consumirlo. Por otra parte, si resultara mortalmente tóxico, las ratas que no lo consumieran son capaces de oler el alimento en la boca del individuo fallecido y recordar el olor para no ingerirlo bajo ninguna circunstancia. Es por eso que el uso de raticidas es muy complejo y no suele proporcionar resultados reseñables en clanes silvestres de tamaño mediano o grande.

Pero no siempre tiene por qué ser un alimento peligroso para su salud, sino que también recordarán si no les ha resultado agradable al gusto. Las ratas tienen un sentido del gusto similar al nuestro, distinguiendo los cinco sabores básicos: salado, dulce, ácido, amargo y umami. Sin embargo, sus papilas gustativas no se localizan únicamente en la lengua, sino que también aparecen en las zonas circundantes, como la faringe, el paladar o la epiglotis. Estos sabores se transmiten al cerebro desde las papilas gustativas a través de un camino largo, pero muy veloz.

Una vez la rata ingiere un alimento, la química de éste se transmite a las papilas gustativas y lo hace de una manera más intensa o menos en función de la especialización de estas papilas, tal y como sucede en los seres humanos. Este mensaje llega a la médula, de ahí a la corteza gustativa del cerebro, y de ahí va directamente al hipotálamo, la amígdala y la ínsula, que determinarán si el alimento le genera aversión al individuo, y mandará las señales al cuerpo para generar fluidos estomacales o estimular una conducta alimentaria.

Esta conducta tiene un enorme vínculo con el gusto, ya que permite a la rata seleccionar no solo los alimentos de su agrado sino evitar los nocivos y cumplir una serie de requisitos nutricionales si se lo puede permitir, desarrollando interés por los alimentos que pueden cubrir las posibles carencias.

Algo muy importante es que, al igual que sucede con los seres humanos, las ratas lactantes son capaces de saborear el alimento que ingieren sus madres a través de la leche, y muestran una clara preferencia por los mismos alimentos una vez se destetan, por lo que es tremendamente importante alimentar correctamente a una hembra grávida, no solamente por proporcionarle todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo del embarazo, sino para garantizar que sus crías aprendan a alimentarse de manera sana y equilibrada desde el primer momento.