La vista

La mayoría de los mamíferos tienen los sentidos corporales bastante desarrollados, prevaleciendo uno o dos sobre el resto. En este caso, veremos que las ratas son animales con un olfato y oído excelentemente desarrollados, además de un tacto muy preciso, y son éstos los sentidos que emplean para orientarse y no la vista como muchas veces creemos.

Para poder entender la visión de las ratas deberemos diferenciar entre aquellos ojos pigmentados, generalmente de color negro, negro amarronado o negro azulado, y aquellos que no lo están, adquiriendo tonalidades entre el rosado y el rojo brillante. Entre medias, podremos encontrar otros tonos como el rubí, también entre medias en la calidad de la imagen que perciben. Esta diferencia es esencial para comprender por qué no todas las ratas ven igual, a pesar de que para todas ellas el sentido de la vista es muy pobre.

La estructura de los ojos posee dos tipos de receptores de la luz: los conos, que son sensibles a la luz y los tonos de color, y los bastones, que únicamente perciben la intensidad de la luz. En el ojo humano podemos distinguir, en personas sin alteraciones en la percepción del color, tres tipos de conos que perciben tres longitudes de onda diferentes: corta para los colores azules, media para los verdes y larga para los tonos rojizos. Y aquí encontramos la primera diferencia con las ratas, que carecen de conos para las longitudes de onda más largas, por lo que no ven los colores rojizos, transformándolos su cerebro en tonos verdes y azulados además de grisáceos. Esta visión en dos colores se conoce como visión dicromática. Esto deja paso a que el brillo de la luz tenga mucha más importancia para las ratas que el color en sí.

Otra principal diferencia con los ojos humanos es que las ratas pueden percibir la luz ultravioleta, lo que les permite ver fluidos corporales, tales como la porfirina o las marcas de orina y excrementos de otras ratas, y además les permite una mejor percepción visual en función de las horas del día. Dado que la rata es un animal crepuscular y la luz ultravioleta es más intensa durante estas horas, tiene mayor sentido y utilidad para las ratas beneficiarse de esta iluminación. Por el contrario, la agudeza visual de los ojos de las ratas es muy pobre, al igual que la percepción de los objetos a cierta distancia, pues tienen una profundidad de campo bastante reducida.

La visión de las ratas pigmentadas y la de las ratas con ojos rojos no es la misma, así sería la diferencia:

Si a todo esto le sumamos que las ratas poseen una visión binocular empobrecida al localizarse sus ojos a cada lado de la cabeza, podremos entender que tienen una percepción de la profundidad igualmente muy inferior a la nuestra. Para compensar, en ocasiones podemos ver a las ratas, especialmente a aquellas con ojos no pigmentados, balancear la cabeza de un lado a otro. Esto se conoce como paralelaje de movimiento. A través de este balanceo, la rata es capaz de ver si el objeto se encuentra más lejos o más cerca que otros en función de la velocidad a la que se mueven de posición. Así, en este balanceo, podrá ver que los objetos más cercanos cambian de posición con mayor velocidad y de manera más lenta cuanto más lejos se encuentran. Si nosotros lo ponemos en práctica, también podremos ver este movimiento y entender la percepción del espacio para estos animales.

Por ello, para las ratas perder el sentido de la vista, bien sea por la edad o por problemas de salud, no es una pérdida grave, pudiendo hacer vida normal perfectamente, sin ninguna diferencia al resto de ratas que sí conserven este sentido.